Y yo soñándote en Berlín...♪

miércoles, 7 de octubre de 2009

Viajar

Octubre avanza y el blog se para en el listado de conciertos. Tendrán que perdonar ésta ausencia, salí de viaje y casi no regreso, con la única (y han de admitir que buena) excusa de no querer volver. Si todos los contratiempos fueran así, pienso, cuántos problemas de menos habría en el mundo. Y cuántas canciones de más. Y post de menos en este blog, claro.
Viajar, cambiar de aires, de idioma, de comida, de gente. Perderse de noche en un parque y de día en un museo. Sin importar que vaya sola, que repita ciudad o que haya una o 20 horas de diferencia. La experiencia es única, irrepetible. Y se echa de menos; antes, después y durante, cuando irremediablemente caes en la cuenta de que tienes que regresar.
Viajar, viajar, viajar... Es una suerte que el concepto no se gaste ni se deforme como esas palabras que, al repetirlas una y otra vez, pierden su sentido.
Hubo un tiempo en el que viví fuera de 'casa', en distintos países, bajo diferentes causas, azares y nombres. Curiosamente, fue el año en el que mi lista de cantautores empezó a formarse de una manera más selecta. Aún hoy, las canciones que entonces me pasaron - esas primeras maquetas de temas que hoy son discos - me traen los vientos de aquellos sitios que, un día y por un tiempo, llamé hogar, y que hoy no son más que nostalgia y recuerdos.
Es curiosa la forma en la que la memoria guarda sus enseres y hace su trabajo. Imágenes que se forman con las notas, postales de recuerdos hechas con retales de tus versos.

Foto: Severin Koller


Esta canción fue la primera que escuché de Garriga, y me acompañó en Washington DC desde el primer día.
Fue la primera de otras muchas que le seguieron.

Tratado de la ausencia, Jesús Garriga

Bienvenidos a escuchar historias de un sapo de ojos verdes
que indica con sutil indiferencia
que existe un corazón descuartizado
y sus trocitos viajan por el miedo,
intentando refugiarse en las guaridas
o quizás sentirse más desperdigado.
Pero existe un corazón de color lluvia,
con la fuerza del mar en un abrazo
y una letra a cada lado de su espanto
que no indican hacia donde van sus pasos.

Deja que su tiempo pase, deja que el norte llegue,
quizá encuentre algún pedazo.
Si me invade el hastió, es por tu ausencia.
Si te pierdo en mi frió, es por pereza.
Si me invaden temores, que son eternos castigos
que impusieron las leyes para forjar los destinos.
Y diluyo mis sueños, me vierto instantáneo,
me visto de gala y recibo a tu encanto
y saludo a la noche, desdibujo mi espanto.

Si confundo veredas y se hace el silencio,
provocando a la brisa, porque flota un te quiero
y me siento vació caminando descalzo,
aliado al sigilo, peleando por tu regazo.
Y diluyo mis sueños…

Y a mi corazón descuartizado
buscando su norte, guaridas y abrazos
quizá puedas darme algún pedazo.
Si diluyo mis sueños...

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